¿Qué va de nuestra Vida si no advertimos qué fue y será del valor de las riberas y su paralelo canal natural costanero?
Aprecios hidrodinámicos del moribundo rincón ONO del estuario (costa de los municipios de San Isidro y Vicente López), aturdidos por el refulado del canal Emilio Mitre al Este y sedimentaciones al Oeste del mismo; y cegamiento del Luján por múltiples bastardeos en las líneas de ribera, con el consiguiente abandono del sostén del canal natural costanero.
¿Qué va de nuestra Vida si no advertimos qué fue y será del valor de las riberas y su paralelo canal natural costanero?
Aprecios hidrodinámicos del moribundo rincón ONO del estuario (costa de los municipios de San Isidro y Vicente López), aturdidos por el refulado del canal Emilio Mitre al Este y sedimentaciones al Oeste del mismo; y cegamiento del Luján por múltiples bastardeos en las líneas de ribera, con el consiguiente abandono del sostén del canal natural costanero; ilustrados en las numerosas imágenes satelitales que siguen
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En los últimos 70 años no ha sido mucha la atención que hemos prestado a nuestras riberas. Y el propio desarrollo urbano pareciera seguir con muy pobres criterios, controles, proyecciones y descuidos, el devenir de estas calamidades que ilustraremos; salvo aceptar los usos y costumbres de nuestras laxitudes, apetitos inmobiliarios y conveniencias industriales.
Una de las ventajas de las ciudades construídas en importantes márgenes de agua la regalan sus ventilaciones. Entendidas éstas, tanto en términos físicos como sicofísicos.
El avance natural del delta, gravado en adiciones por las intervenciones improvisadas de algunos de sus habitantes; la falta de respeto a las líneas de ribera que como siempre, incluyen autorizaciones de Direcciones Provinciales y Municipales con larga tradición en arbitrios irresponsables; los muy pobres estudios y proyecciones de entrelazado criterio en las grandes intervenciones en el estuario, sin correlato en verificaciones, ni esfuerzos por desarrollar cosmovisión; permitirían a los habitantes del sector Norte de Buenos Aires, asistir por muchos años al velatorio de un cadáver (el del espejo de agua que media entre el canal Emilio Mitre y la costa), que finalmente ofrecería ser resuelto por los siempre listos comerciantes de suelos, para transformar a ese sector Norte, en ciudad mediterránea.
Los refulados al Este del canal artificial Emilio Mitre y las sedimentaciones al Oeste, han dejado encerrado al ONO del estuario un pequeño sector de unos 80 kilómetros cuadrados con muy pobre energía hidrodinámica.
Hasta hace unos años Natura aportaba 60 metros anuales de avances en su delta. Pero la barrera sedimentaria formada sobre el veril Oeste del Emilio Mitre, ayuda a que el Paraná de las Palmas descargue menos sedimentos en este sector al NO del Km 26 del canal. Por lo tanto, las estimaciones que se han hecho de crecimiento del delta, al menos en el sector de este pequeño rincón sanisidrense, pudieran, ajustando algunas piezas, disminuir aun más.
Esta parte del balance parece favorable; pero no así el déficit hidrodinámico citado en primer término.
La Vida de este rincón queda ahora en manos del Aliviador, Luján, Reconquista, Tigre, Garín, Escobar, Basualdo, Caraguatá, Carapachay, Sarmiento, Abra Vieja, Urión, Honda, San Antonio, Vinculación, Canal del Este y Desaguadero. Los primeros, con gravísimos problemas propios y gravísimos problemas de vinculación.
La mirada a estas energías deviene de la necesidad de considerar la gravísima cuestión sanitaria de una miserable pielcita de agua en calmas chichas y tremendas calenturas, a la que no alcanzan los frescos, hoy menores reflujos.
El mismo subambiente que viene en estas imágenes despuntando, nos permite ver bien depreciados todos los usos y costumbres de los que gozaron en esta suave planicie ligeramente sumergida.
Por ese remanente de muy escaso 1,5 metro de agua en ajustadas zonas navegables, toda una población de deportistas sale al cruce de sus sueños.
La rápida depreciación del canal costanero que durante 50 años reconocí natural y valedero para la limitación de los efectos que trascienden de las capas límite hidrodinámica, térmica e hidroquímica; para la captación del agua a potabilizar; para la ventilación física que intercambian las tierras con las linderas masas de agua; y las sicofísicas de sus criaturas; apunta decididamente a mortal destino.
Por ello, mis recuerdos de viejos entretenimientos fueron rápidamente desviados a atender dos puertos: el de la futura condición mediterránea si no frenamos los abusos y proyectamos una corrección y mejor salida a la cuestión; y el del infierno de la polución inevitable al no alcanzar a dispersar adecuadamente nuestros vertidos contaminantes.
Este trabajo que empezó sin ninguna intención comunicacional comunitaria, ya tiene sobrados motivos para serlo. Y encendemos de inmediato una luz muy roja, porque ya es tarde en infinidad de aspectos.
En este primer capítulo dejamos por un momento de lado el tema de la contaminación, para sobrevolar las intervenciones humanas en las riberas y las novedades, en extremo influyentes, de la barrera del Emilio Mitre.
Y aun, antes de introducirnos en los enfoques estuariales, miraremos rápidamente lo que pasa en las riberas del Luján, invadidas por doquier.
Por lejos y por urgencia, la más grosera intervención que me cabe advertir es la del Club Náutico San Isidro, en ambas márgenes a la salida del Luján.
Lo que se ha hecho en ellas no tiene nombre. Sobre todo, por venir de parte de deportistas que aman el estuario y sostener institución de casi cien años.
El estrechamiento generado allí por las distintas comisiones del Club en los últimos cincuenta años supera el 50% del ancho del espejo de agua que ese sector del Luján conservaba en 1956.
Lo obrado en la primera mitad del siglo tampoco tiene nombre, ni medida. Pero aquellos comienzos podrían ser calificados como de errada inocencia por falta de proyección hidrológica. Lo posterior fue torpeza. Y lo último, ceguera completa.
Sin embargo, cabe como disculpa señalar, que lo obrado en la primera mitad del siglo pasado fue clara invitación de los esteros generados alrededor del espigón del hoy puerto de San Ididro, de aprox. 350 mts de largo. Obranza contra natura de más de un siglo, (luego prolongada), que decidiera desde el comienzo, invitación a superponer interminables abusos. Ver plano de 1918.
Y a su vez esta obranza reconoce otra intervención humana previa imponiendo la "necesidad" de la escollera, al abrirse (suponemos por manos humanas) el cordón litoral del arroyo Sarandí a comienzos del siglo XIX.
Destruído el aporte del cordón protector de la convección interna natural a los flujos y ordenados transportes sedimentarios del Sarandí , el hombre quiso imaginar en esa ruptura al inicio del cordón, el acceso casi natural de un puerto. Historias de muy diferentes escalas, pero muy parecidas a las de la boca del Riachuelo.
Cabe estimar que en tiempos de Garay el estuario llegara hasta Campana; y el canal natural costanero tuviera su traza retirada de 300 a 500 metros de la costa. Lo que hoy en San Isidro llaman canal Sarandí, era el antiguo curso del arroyo saliendo por su correspondiente y estrecho cordón litoral hacia el NO. Fácil es advertir la invasión sedimentaria por causas antrópicas que se ha generado en estas riberas que a fines del s. XIX era llamada: Punta Amarga.
La famosa punta Anchorena reconoce la muy antigua presencia de esta familia en todo el bajo de la costa sanisidrense desde comienzos del s.XIX.
La cantidad de ríos, arroyos y canales que tenían y sostienen salida natural por el Luján, es interminable. Sin embargo, el tapón construído por tan artificial estrechamiento, en lugar de acelerar la acción hidrodinámica, ha desviado y asfixiado esa condición.
De no mediar reposición de ancho y reorientación del curso, aun la más pobre eficiencia hidrodinámica y disfuncionalidad del Luján quedan condenadas. Esas propuestas ya han sido esbozadas apuntando a la potenciación y reorientación del San Antonio, dado que la situación del Luján es en extremo complicada por los bastardeos en las líneas de ribera y disociación hidroquímica de los tributarios del Oeste.
De la exclusiva eficiencia hidrodinámica del sistema del Luján dependía la Vida y sostén del canal natural costanero sanisidrense: “Cenicienta salvadora de toda la región”.
Que tanto habla de las fundamentales escurrentías que salvan de anegamientos de grandes lluvias a los supuestamente “privilegiados” y lujosos barrios cerrados de la zona superior;
como del aporte hidrodinámico que el Luján entregaba, repito, fundamental y el que mejor asistía la Vida del canal natural costanero y limpiaba todas las riberas de San Isidro y Vicente López.
No hay otro medio de limpieza más económico y urgido que la respuesta del corredor natural de flujos costaneros urbanos.; sin por ello dejar de considerar la elemental obligación de pretratamientos en todos nuestros inaceptables vertederos.
Las imágenes satelitales nos muestran allí una redoblada área de concen- tración de contaminantes. Pero más allá del problema de la contaminación que luego abordaremos, nos descubren que este freno hidrodinámico tan artificialmente creado, ha multiplicado las áreas de "hidrotermias" que normalmente no deberían superar anchos de banda de 150 a 180 metros.
Con esta expresión "hidrotermias" califico y descubro las inmensas áreas cargadas de vertidos que en lugar de quedar limitadas por el corredor natural costanero, por falta de este, multiplican 20 veces sus anchos naturales;
anchos de banda de transferencia de energía naturales, que responden a las convecciones "internas" presentes en toda la costa bonaerense y uruguaya.
Por supuesto, a estos bastardeos alarmantes tan visibles desde hace años, no se ha prestado la menor atención porque esto afecta los intereses bien particulares de crear en los bajos de los municipios de San Isidro y Vicente López, negocios inmobiliarios harto imaginables.
Al respecto, más adelante ilustraremos respecto del criminal proyecto del nuevo Puerto de Olivos del grupoTorcello, explícita y descaradamente titulado: "proyecto de Estado".
Las fotografías, en amplios sectores de la costa más allá del espigón de salida del puerto de San Isidro, muestran plumas dispersión que corresponden a una zona ya prácticamente muerta en términos hidrodinámicos.
Aunque en apariencia sutil, el peso que este grosero cierre tiene sobre los destinos deportivos y sobre la retención y lixiviado infernal de contaminantes, es superlativamente grave, urgentísimo y bien estimable.
Por ello caben estas fuertes advertencias resaltando la necesidad de proyecciones ambientales elementalísimas que vuelvan a poner la carreta de los mercaderes de suelos, detrás de los bueyes que debieran atender con otras guías la cuestión.
Comenzando por las “¡guías hidrodinámicas, térmicas e hidroquímicas!, y no las urbanísticas”. Sincerando la Ley 25688/02 de presupuestos mínimos, que hace mención en su Art.5°, a los cuidados de los flujos, pero no adjudica a nadie la atención primaria de control de esta responsabilidad.
Aclarando, en adición, con criterios hermenéuticos elementales los abusos escriturarios que regalan o venden derechos posesorios sobre tierras sumergidas más allá de la línea de ribera que pertenecen a la Nación; y muy en especial, a sus cuidados; por ser cursos de agua navegables.
Y demoliendo los libertinajes instalados por el Decreto 1980/77, liberando las playas y riberas de cuatro municipios: Tigre, San Fernando, San Isidro y Vicente López; y comenzando a hacer balance del descomunal descalabro hidrológico de la región.
Sin diferenciaciones primarias en hidrología cualitativa, sin estudios de hidrología urbana mínimos y sin cuerpos legales que refieran restricciones o incluso cesiones obligadas en las playas y riberas de estos 4 municipios: Tigre, San Fernando, San isidro y Vicente López, estas libertades sólo podían terminar en este descalabro de flujos generalizado, que nadie sabe hoy cómo resolver. Nadie habla de ésto. Ni siquiera plantean el problema.
El área que media entre los sedimentos al Este del Emilio Mitre y la costa urbana tendrá que ser salvada, repito: resolviendo en algo la salida del Luján y potenciando al San Antonio para así recrear la función "Cenicienta" del antiguo canal natural costanero, siempre obligado y único recurso inmediato para salvar nuestras urgencias ambientales;
dragando los cursos y abriendo mejores salidas para el San Antonio y el Urión; sin olvidar los servicios del Vinculación que deben ser repuestos al San Antonio, para así reactivar la energía del sector, al tiempo de dejar el camino abierto al Luján que hoy ve muy frenada su salida por disociación molecular con el Vinculación.
Demoradas proyecciones sanitarias, que por la tracendencia de estos torpes e inestimados envenenamientos, dan y darán vergüenza a toda la Nación.
Imaginar de orientar el desarrollo del estuario de manera de favorecer en los próximos cien años el avance de un territorio peninsular en las márgenes del Emilio Mitre, es comenzar a transitar una de las muchas formas (lejos de imaginarse la única), de darse cuenta de la enorme cantidad de aspectos a considerar que están tapados, olvidados o ignorados; en especial, el del vital cuidado del estuario al Oeste del canal.
Si se hubieran cultivado y respetado enfoques hidrodinámicos, criterios hidrológicos urbanos y líneas de ribera generadas de atenciones a estas cuestiones; y si en adición se hubiera contemplado la importancia que tienen estos drenajes naturales, para la infinidad de barrios tipo Nordelta, Santa Bárbara, Náutico Escobar ubicados en la enorme llanura interdeltaria que media entre Campana y el Reconquista; y tantos otros, cuyas altimetrías señalan muy escasos márgenes para las grandes lluvias (y que en adición de faltas nunca fueron contemplados sus resguardos en la Administración con recurrencias que surgieran de apropiados criterios de hidrología urbana e hidrología de muy frágiles humedales); nunca se hubiera llegado tan lejos con este descalabro.
Resguardos legales que surgen de criteriosos respetos a las líneas de ribera: de creciente media ordinaria con recurrencia de 5 años para áreas rurales (que así resulta de inviable aplicación para los 2,5 millones de Has. de áreas endorreicas de la pampa deprimida); y de creciente máxima con recurrencia mínima de 100 años, para áreas urbanas, tal cual lo exige el Art 59 de la Ley 10128/83, convalidado por el Art 4° de la Disposición 984/00 del MOSPBA y refrendado por el Dec 37/03 del Gobernador (Ver Bol.Ofic.24.900).
Frente a este panorama es ineludible comenzar a mirar el valor y características complejas de las energías estuariales, los déficits hidrológicos que cargan las áreas superiores y las precisiones legales, en perspectiva más sincera.
No es necesario hablar de cambio climático para generar alertas.
De la miseria que quedó del puerto de las Conchas y su vecindario después de las crecidas de 1805 y 1820; de la saturación de escurrimientos provocadas por las lluvias de Enero y Mayo de 1985; de las crecidas de hasta 7 m del Reconquista; de las crecidas del Paraná en 1983; en cualquiera de estos episodios se puede fácilmente estimar que los déficits hidrológicos en estas zonas hoy debieran ser inaceptables, reconocibles y probados, sin proyecciones de cambio climático alguno.
Miserias que incluyen la afectación de zonas de transición o ecotonos entre aguas superficiales y subterráneas, reconocidas como de una enorme importancia ambiental. De hecho, estos ecotonos controlan el metabolismo de las aguas subterráneas porque funcionan como sumideros de sustancias orgánicas e inorgánicas provenientes de la superficie, y como filtros y áreas de amortiguamiento que contribuyen a mantener la calidad de las aguas subterráneas de la cuenca hidrológica (Ver final de página 25).Hoy, toda la infernal polución del frenado Aliviador del Reconquista se infiltra allí.
Francisco Javier de Amorrortu
GRACIAS ALICIA LEONOR
ASAMBLEA DE VECINOS DE VICENTE LÓPEZ
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